Cerati: De la Fuerza Natural a la fuerza compositiva
- Melissa Sánchez Castillo
- 17 feb 2016
- 3 Min. de lectura
Paseaba sobre la calle sexta de la Zona Centro de Tijuana. A lo largo, los establecimientos lucen distintos, sin embargo, hay uno que procuro cuando el tiempo de sobra se dispone: La Ciruela Eléctrica. Abarrotada de diversos formatos de sonido y video, pasando de casetes y vinilos hasta CD’s y DVD’s, es fácil perderse entre artistas, bandas y géneros musicales.
Al levantar la vista, la cara de Gustavo Cerati en color magenta, se trataba de un álbum recopilatorio, el cual me hizo pensar en mi hermano mayor. Enseguida me aproximé a la zona de rock en español y me dispuse a buscar. En mis manos tenía Fuerza Natural, 2009, último álbum lanzado por Cerati, como solista.
Y es que si algo me resulta interesante en el mundo de las letras, son los aspectos de interpretación y sobreinterpretación que se disponen a todo tipo de textos para brindar sentido. En este caso de un álbum que lleva 5 años y 1 mes que se lanzó al público, tiempo suficiente en el que la sociedad se ha encargado de crear un mundo un tanto sci-fi y místico —que a decir verdad, es difícil entrar al cerebro de Cerati y preguntarle si era su propósito que tanto fanático creara disparate y medio— tanto en el álbum que hoy trato, como en su trayectoria de cantautor y compositor musical.

Es fácil con el internet, visualizar múltiples páginas que hablan de teorías creadas en base a los simbolismos de las líricas de Cerati, incluso de la composición visual de las portadas y de los sonidos utilizados en sus mezclas musicales, puntualizando que esto no es nada nuevo, pues se puede hablar del backmasking y galimatías (o técnicas sonoras y de composición a fin) en bandas como: Pink Floyd, Led Zeppelin, The Beatles, AC/DC, por mencionar algunas.
Las constantes opiniones de algunos fans de Cerati, conforme a su vida y "misticismo cósmico", me hicieron pensar en los argumentos dispuestos por Umberto Eco en su obra Interpretación y Sobreinterpretación, específicamente en el apartado 2 que trata de La sobreinterpretación del texto. Y es que para el ser humano, es tarea minuciosa buscarle 3 patas más al gato para justificar sus 7 vidas.

Fuerza Natural, con armonía de cuerdas factible de la trova y una voz dispuesta a distorsiones de eco y repetición, apenas perceptibles; minuto 2:04, entra un teclado que enseguida me trasladó, por segundos, a The Doors. Una lírica que se dispone en verso libre con ganas de aliteración en "n", buscando musicalidad y sonido, "…está cambiando el aire, nunca me sentí tan bien".
Déjà Vu, y canta: "Veo las cosas como son…", una propuesta de guitarra más acelerada, apelando a lo contemporáneo, muy al modo de Editors. Una composición más dinámica y constante, así como una lírica abstracta, incierta, muy a su estilo, recurriendo a la antítesis y casi culminando con: "Todo es mentira, ya verás, la poesía es la única verdad".
Con las dos canciones mencionadas, el artista nos introduce a un álbum que, de manera aleatoria o bien pensada, notamos algunas influencias y el posible ritmo que nos marcará musicalmente, sobre todo en la maestría de la trova que lograremos disfrutar, de nuevo, en Tracción de Sangre y Cactus.
Y es en Cactus donde me detengo, pues tratándose de fuerza compositiva, tanto musical como de lírica, es la canción que por su interpretación melancólica y confortable, al mismo tiempo; por su compás musical y por la fuerza de recursos retóricos como metáforas y rimas, en la dualidad: ser/naturaleza, nos garantiza que Cerati sabía lo que hacía.
Por último la canción que desde el nombre ya sugiere demasiado: He visto a Lucy, y no se diga la lírica en su totalidad, desde el surrealismo en "… el espacio se curvó, y el metrónomo de Dios", hasta su juego de palabras en "… no oíste su versión" (subversión). Y lo que prosigue, # (numeral), que consiste en un alargamiento de la canción anterior, donde se disponen oraciones aleatorias como si formaran una historia, lo que da pie a la divagación — ¡Eureka! —.
Fue aquí cuando me tomé el tiempo de pensar que estaba cayendo en las manos de la interpretación paranoica de la que habla Eco, lo que me permitió reflexionar y asombrarme, pues el mundo de las letras es maleable, —la objetividad se había volcado—, en esos momentos, ya había perdido lugar y me cuestioné ¿Qué sería del individuo sin su cualidad sobreinterpretativa del mundo? ¿Qué poco sentido tendría el mundo sin la cualidad sobreinterpretativa del hombre?

MELISSA SÁNCHEZ CASTILLO realizó sus estudios profesionales en la Universidad Autónomia de Baja California, en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, siendo actualmente, Licenciada en Lengua y Literatura Hispanoamericana. Colabora en el proceso de edición y relaciones públicas en la editorial independiente Poiesis. Fanática de los géneros breves literarios, minuciosa escritora, apasionada poeta y creativa plástica. Es la música su principal fuente de inspiración y reflexión.
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