EQUINOCCIO | Sexto Capítulo: La muerte chiquita

Equinoccio

Capítulo V

NATURALEZA MUERTA

Las rosas rojas no son más que el puro deseo de ver la sangre, una especie de reflejo sobre lo que nos evoca la pasión, un consuelo que no termina de conquistar el propio cuerpo, pero para él es su forma de decirle a Soledad que se enamorará de ella algún día, pero que por ahora sólo quiere verla desnuda en su cama.

Al llegar al bar nota la indiferencia en las piernas fijas de Soledad y su mirada vacía sobre una botella de tequila quebrada en el piso. Él sujeta el ramo de rosas detrás de su espalda, piensa que la sorprenderá con un gesto “genuino”, sin embargo, ella coge las rosas; se las entrega a otra bailarina para que decore su cuarto. No lo mira a los ojos para dirigirle las palabras, pide que la saque del lugar sin importar los planes que tenga. La lleva debajo de la alfombra donde el dolor a huesos y carne podrida permanece, la recuesta sobre el comedor y termina por besarla fríamente sobre la cama. Decide que no la matará puesto que le ha dado la muerte chiquita, la escondida y a la que todos aspiran.

MARCIA RAMOS es Lic. en Lengua y Literatura de Hispanoamérica. Estudió el Diplomado en Creación Literaria en la Casa de Estudios de posgrado Sor Juana. Ha publicado cuentos de terror, ciencia ficción y humor negro, poemas, minificciones, crónicas y ensayos en diversos medios impresos, páginas web y antologías. Ha impartido talleres de creación literaria en diversas escuelas y CEART. Actualmente estudia la Maestría en Educación en CUT y es profesora de Literatura mexicana, Gramática Española y Gestión de la información. Publica ocasionalmente en su blog Historias de una mente fragmentada

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