ITZEL MARTÍNEZ: Construyendo el mundo en el que quiere vivir
- Issa Tuxpan
- 10 may 2016
- 4 Min. de lectura

Llegó el mes de mayo y en Arteria celebramos este mes a las mamás, es por ello que compartimos un poco de la trayectoria de Itzel Martínez del Cañizo, quien además de ser madre, es fotógrafa y documentalista, integrante de la primera generación de artistas de Tijuana que se interesó por el cine documental como un medio para autodescubrirse y explorar universos párelos al nuestro.
Itzel Martínez del Cañizo estudió la licenciatura en comunicación y al tomar clases de etnografía, su visión cambió y empezó a interesarse en el cine etnográfico, encontrando su voz dentro de las posibilidades del género documental.
“El cine de ficción está chido, pero a nosotros nos interesa el cine documental.”

Su primer trabajo, una codirección con José Luis Martínez, El salón de baile la estrella, trata sobre una comunidad efímera de bailadores de cumbia, que se construía cada martes en la pista de baile.
Un par de años después, el documental Que suene la calle, muestra de manera cruda la vida de 7 mujeres adolescentes que viven en las calles de Tijuana.
"Me interesaba descubrir, cómo se construye la vida de una chava que pude haber sido yo, pero su vida terminó muy diferente a la mía."

Que suene la calle, llevó a Itzel a otro proyecto "Ciudad en recuperación", sobre un grupo de adictos que se encuentra en un centro de rehabilitación, donde los protagonistas son los mismos internos del centro y cada uno interpretó su rol ideal en una ciudad perfecta construida por ellos mismos.
"Cada trabajo tiene lo suyo, a nivel de maduración, cada proyecto te va respondiendo cosas que ya no te vuelves a preguntar, sentir el tiempo en un trabajo es muy bonito."

Años después, tras dedicarse por completo a sus hijos, Itzel realizó uno de sus trabajos más importantes de su carrera: "El Hogar al revés", una historia sobre el poder de la amistad y el amor juvenil para contrarrestar los sentimientos de vacío y abandono que delinean la cotidianidad en las viviendas de interés social a las periferias de la ciudad de Tijuana.
El ser madre de tres niños le ha despertado otras inquietudes, otras búsquedas por explorar temas que estén más relacionados con ella, que se preocupa por la familia, la vivienda, la vida laboral en un contexto de esclavitud contemporánea y la búsqueda de un patrimonio para sus hijos.
"Disfruto mucho estar con mis hijos, hay una parte que es muy cansada, y es atenderlos, pero esa es la parte que muchas veces se les olvida a las mamás, que no nada más es chinga, hay un chingo de gozo… formas parte de una tribu que tú estás diseñando, que tú estás formando y que tú estás nutriendo de lo que tú consideras importante. Y ese resultado de inversión es la formación de una vida."
Itzel ha sabido sobrellevar su trabajo como artista con el de ser madre, razón por la cual le preguntamos: ¿Cómo lo haces? A lo que nos respondió:
—He llegado a mi propia conclusión… Cuando tienes un hijo chico, si te tienes que desconectar. No pasa nada, regresas dos años después y todo sigue ahí, el party sigue ahí, nada se ha ido. Y esos dos años aprendes un chorro de tí, además te vas a quitar algo que nunca vas a poder superar, y no es la culpa, es el decir… "Se me fueron los primeros años de morrito y yo andaba en quien sabe qué, que nunca cambió, esa fiesta siempre estuvo ahí… y estos años y estos meses de mi morrito se me fueron trabajando". Ese sentimiento –se los adelanto– todo mundo se arrepiente.
También, el chiste es equilibrar, continuó Itzel. "Soy muy celosa con mi tiempo. Las mañanas son mías, las tardes de mis hijos, y las noches mías. Nunca te tienes que dejar tú, quién eres, qué buscas, qué te planteas, muchas veces esos planteamentos cambian, y de pronto descubres que te interesan otras cosas. La clave es equilibrar."
Su experiencia como madre la llevó a desarrollar dos proyectos que tienen que ver con la infancia, y los dispositivos electrónicos como: "La maquina de pensar" y "La infancia que imaginamos".

"La maquina de pensar", es un proyecto que plantea el empoderamiento a los niños para que tengan herramientas para interactuar con su realidad, de una manera distinta. No pueden cambiar donde viven, no pueden cambiar las carencias de la colonia, la rutina, el estar solos, no pueden cambiar nada, pero pueden convivir con eso de una manera distinta. Aportar al desarrollo de comunidades de niños creadores de audiovisual y revertir el alto índice de consumo de medios electrónicos por el Prosumo, (productor –consumidor).
¿Cuál es el mundo que queremos construir?, si lo queremos construir con piezas de arte está bien… pero acá también hay mucha chamba que hacer.
Asimismo, Itzel se encuentra escribiendo un largometraje que se llama "La infancia que imaginamos", como un homenaje a la niñez con el propósito de conectar con ese momento de nuestra historia, en un viaje sensorial donde los protagonistas son los 3 hijos de Itzel.

"Mi hijo el más grande está a punto de entrar a la secundaria y pensaba en la adolescencia, como una etapa muy importante de transición, como una etapa sumamente reveladora, en donde uno todavía siente el peso de la familia, pero también empieza el proceso de desprendimiento, en el cual tú tomas tus propias decisiones y te conviertes en un actor social."



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